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lunes, 19 de abril de 2010

Empate clásico, festejo pingüino

La tarde de ayer se mostraba ideal para comerse crudos a los amargos del Parque de la Independencia, y así lo entendió Diego Braghieri (¿quién otro?) cuando comenzó a vacunarlos a los 2 minutos de la primera parte; pero más allá de que los dirigidos el muchacho apodado "Boquita" no tuvieron una sola situación clara de gol, terminaron festejando un empate que consiguieron gracias a un penal inexistente que el impresentable Diego Abal les regaló en el primer tiempo, amonestación a Valentini mediante.

Más allá de que el partido terminó desvirtuándose debido a que se le fue de las manos al árbitro (quien terminó teniendo incidencia directa en el resultado, ya que expulsó a cuatro jugadores y sancionó un penal imaginario), Central se mostró desordenado tácticamente y varios de sus jugadores dieron ventajas desde lo físico. Abusar de los pelotazos frontales y laterales a un área defendida por tres jugadores lentos y de enorme porte físico, como Alayes, Schiavi e Insaurralde, es una desprolijidad táctica que comprometió de manera directa el desarrollo futbolístico del Nuestro. Agravándose esta situación por la ineficacia técnica de nuestros lanzadores a lo largo del partido. De cualquier forma, nobleza obliga, el gol de Dieguito Braghieri llegó por un centro.

Así y todo, poco puede achacársele a Leonardo Carol Madelón en cuanto a lo táctico. Puso en cancha lo mejor que tenía, no pudiendo contar con el Yacaré Núñez (quizás, LA carta de desborde por el carril izquierdo) y padeciendo el bajón futbolístico de Jonatan Gómez (no estuvo a la altura del partido, en ningún momento del mismo), y sufrió en carne propia la irresponsabilidad de Nahuel Valentini, quien vio una nueva tarjeta roja en su corta carrera, perdiendo la ventaja numérica con la que Central contaba cuando el partido estaba 10 vs 9, por la expulsión del correntino Núñez.

Con el partido 9 vs 9, el desarrollo futbolístico fue prácticamente nulo. Más allá de que los usurpadores de los terrenos municipales del Parque de la Independencia, amparados en la cobardía táctica de su DT (quien sacó a un carrilero y puso a un lateral), se refugiaron en su campo de juego, Central no encontró la manera de vulnerar al rival. Los ingresos en Central de Moya, Rivero y Figueroa, hablan a las claras de que el Madelón fue el único de los técnicos que todavía tenía esperanzas de ganar el partido, pero con Caraglio y Figueroa lejos de sus plenitudes físicas, los pocos jugadores de campo que quedaban en la cancha no supieron tener profundidad y desbordar a los defensores rivales para habilitar a los delanteros.

Con el pitazo final del impresentable árbitro, los jugadores pechifrescos festejaron un nuevo empate en Arroyito. A nosotros nos quedará el amargo sabor de haber sentido cómo nos metieron la mano en el bolsillo una vez más.

Ahí surgen, entonces, dos grandes críticas a la dirigencia: Es una vergüenza que todavía vengan a nuestro estadio a cagársenos de risa en la cara los impresentables personajes del referato nacional. Así como también es una lástima que no se haya permitido ingresar a hinchas rivales al estadio, hubiera sido lindo escucharlos siquiera un ratito.

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