Ya se está volviendo una sana costumbre que el Cruce Alberdi albergue asambleas en las que más de mil socios (anoche debimos haber sido unos 1.200, o quizás algunos más) digan "presente" para interiorizarse, participar y debatir acerca de la realidad del club. Los aspectos económicos, institucionales y deportivos se deben tratar de manera formal, personal y directa en las asambleas y no solamente en los medios partidarios o en las redes sociales.
Con una especial participación del contador Eduardo Macías, tesorero del club, Speciale y su C.D. respondieron a las consultas de no menos de una decena de asociados que decidieron (quien escribe hizo lo propio) realizar preguntas, sugerencias, presentar mociones y, en algunos casos (está el socio en todo su derecho) hacer reclamos puntuales sobre procederes que consideraron impropios.
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Si bien sorprendió gratamente la predisposición de la C.D. para atender a cada asociado, algunos disturbios de consideración sucedieron cuando Ricardo Carloni, quien se presentó a sí mismo como dirigente opositor, decidió increpar a Speciale acerca de algunas consideraciones de índole particular e institucional. La puja política (que saludablemente podría haber muerto en un round dialéctico que, nobleza obliga, ganó Speciale) dio paso a un momento de tensión protagonizado por algunos socios oficialistas que, ofendidos por el discurso de Carloni, lo silbaron, insultaron y hasta parecieron amenazarlo informalmente, en procederes (lamentablemente) propios de cualquier tumulto político. Todo esto se vio agravado por una desafortunadísima decisión de apagar las luces en el momento de mayor tensión entre Carloni y el citado grupo.
Acá debemos hacer tres salvedades puntuales:
1) Ningún socio de buena voluntad puede dejar de solidarizarse con Carloni y repudiar abierta, enfática y enérgicamente cualquier falta de respeto, agresión física o verbal hacia ningún semejante. Muchísimo menos, si la persona en cuestión es asociada al Club Atlético Rosario Central y plantea, desde su buena fe, su oposición política de manera concreta.
2) Nos resulta imposible pensar que el apagón de luces haya existido por otro motivo que el de dar un cierre directo a una asamblea (hecho desprolijo y repudiable en sí mismo) que se extendió hasta más de las 21:00 hs. Pensar que las luces se apagaron para allanarle el camino a los potenciales agresores de Carloni es pensar que la C.D. decidió abiertamente suicidarse políticamente: ¿qué C.D. podría, en 2011, sobrevivir políticamente a una agresión física contra un autoproclamado dirigente opositor?
3) Quedaban muy pocos socios en el momento de los disturbios, por ende debemos destacar la reacción inmediata, instantánea y por ende sincera del Dr. Julio Colabianchi, vicepresidente del club, quien advirtiendo el foco de tensión y contemplando el apagón de luces, salió despedido de su silla acudiendo de manera automática al lugar donde estaba ubicado Carloni, escoltándolo personalmente a la salida de la Sede, evitando que el problema pase a mayores. Es la primera vez que quien escribe siente orgullo genuino por el accionar directo e individual de un dirigente del club. Mucho más allá de cualquier cuestionamiento acerca de su idoneidad dirigencial o proceder político y/o administrativo, el gesto de Colabianchi vale más que mil palabras y justo sería que opositores e independientes entiendan que los dirigentes del club, por sobre todas las cosas, son también seres humanos.
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Dicho esto acerca de los disturbios que muy probablemente serán la línea editorial de los medios ocupados del tema en la semana en curso, volvemos a repudiar enfáticamente cualquier accionar violento o persecutorio y nos permitimos celebrar, con cautela pero con esperanza, que por primera vez en muchísimo tiempo (imposible saber con exactitud) el balance del ejercicio aprobado dejó saldo superavitario ($1.481.359) en las arcas de nuestro queridísimo club. Claro que el Patrimonio Neto sigue siendo negativo y tenemos una deuda de unos 80 millones de pesos, como diríamos en el barrio: seguimos en el horno. Pero las autoridades, sin dejar de llamarnos la atención, no fueron alarmistas con respecto al futuro económico del club (siempre y cuando consigamos el ansiado ascenso).
Para más adelante quedará discutir si esta manera de democracia directa, en la cual la informalidad fáctica avasalla por momentos el órden de la asamblea, es o no la mejor manera de llevar adelante estos eventos. No sería descabellado comenzar a pensar en asambleas a las cuales asistan un grupo de asambleistas votados por los socios, que puedan o no pertenecer a una agrupación política y, así, podamos contar a posteriori con una constancia más exacta de los concurrentes, sus votaciones y las deliberaciones llevadas adelante en un clima que, seguramente, será mucho más productivo que el de estas fiestas de la democracia que venimos llevando adelante. En última instancia, es Central un club con prácticamente 50.000 asociados, quizás algún día querramos (sería soñado) ir absolutamente todos. Ahí, hasta el Gigante nos quedaría chico.
